***Dedicó su vida a la enseñanza, las letras y al servicio público
Es válido vincular a Ignacio Manuel Altamirano y a sus compañeros liberales con las celebraciones del Centenario de la Revolución Mexicana y el Bicentenario de la Independencia de México. No puede concebirse el país y la cultura mexicana sin el pensamiento, las utopías y la acción de los liberales de la Reforma, expresó la catedrática e investigadora Edith Negrín, al recordar el 117 aniversario del fallecimiento del escritor, periodista, maestro y político mexicano, Ignacio Manuel Altamirano.
“Y muy válido asimismo recordar —agregó— que muchas de sus aspiraciones, como la igualdad frente a la ley, la abolición de los privilegios, la secularización de la sociedad, siguen siendo eso, aspiraciones. Si de algo pueden servir las celebraciones de los centenarios sería para conocer a hombres como Altamirano, para leer o releer sus obras, para analizarlas y discutirlas”.
Coordinadora de la Antología sobre Escritores Mexicanos del siglo XIX, Edith Negrín, resaltó que casi todos hemos leído, al menos como tarea escolar, alguna de sus novelas, Clemencia, El Zarco o La navidad en las montañas, que por fortuna han merecido incontables ediciones.
Más allá de estas lecturas, asociamos el nombre de Altamirano a una medalla que reciben los maestros cuando han dado clase cerca de medio siglo. Lo vinculamos a muchas calles, a algunas escuelas. Por ahí rondan unas pocas fotografías: nos muestran un rostro de filiación indígena, enmarcado por una abundante melena oscura; sus rasgos denotan contención, tal vez dureza. Sólo su mirada permite atisbar la pasión con que vivió y escribió… La pasión que lo impulsó a pasar de la periferia geográfica y social, de la marginación reservada a los indígenas, al núcleo dirigente de la República restaurada”.
En entrevista con Conaculta Edith Negrín consideró que, “lamentablemente, como ocurre a muchos de nuestros próceres, Ignacio Manuel Altamirano es una de esas presencias que parecen pertenecer a la historia de la literatura, a un capítulo lejano. Hay mucho que podemos aprender de su biografía y de sus escritos”.
Ignacio Manuel Altamirano, quien en sus Cuentos de invierno, consideran algunos de sus biógrafos, usó anécdotas imaginarias para confesar sentimientos verdaderos como el amor, “el amor, se paga con amor”, dice en la novela; fue “un verdadero polígrafo, Altamirano fue poeta y narrador, periodista, organizador cultural, pensador político, orador, educador, militar, diplomático, funcionario público. No obstante, él se concibió siempre como hombre de letras”, comentó la maestra Edith.
La especialista en José Revueltas y Renato Leduc, entre otros, añadió que las principales aportaciones de Ignacio Manuel Altamirano se localizan en el terreno de la cultura, como fundador de instituciones, como periodista comprometido con la concientización política y la extensión cultural, como autor de novelas que se cuentan entre lo más representativo del romanticismo mexicano, como estudioso de la literatura y constructor del canon de la literatura decimonónica mexicana.
Especialista y catedrática en el Instituto de Investigaciones Filológicas de la UNAM, mencionó que Altamirano "fue siempre un combatiente, desde la oratoria, desde el periodismo, y en determinadas coyunturas, como por ejemplo la Intervención Francesa, con las armas en la mano. No es que el periodismo disidente se haya vuelto peligroso, en nuestra historia lo ha sido casi siempre. La lucha por la libertad de expresión fue fundamental para los liberales, y en el corto verano de la República Restaurada hubo un excepcional ensayo de libertad en el periodismo”.
Negrín explicó que la obra literaria creativa, crítica y política de don Ignacio “está recopilada en su totalidad, si puede hablarse de totalidad, gracias a la labor de una extraordinaria historiadora nacida en Francia y nacionalizada mexicana, Nicole Giron. Ella coordinó el comité editorial de las obras completas de Altamirano que agrupó a distinguidos especialistas y publicó 24 volúmenes. Giron escribió también excelentes estudios sobre diversas épocas de la vida de Altamirano y preparaba una biografía. Por desgracia falleció en 2008, antes de concluir ese trabajo. De hecho aún hay aspectos de la vida de Altamirano que habría que esclarecer".
La académica refirió que las Obras Completas de Altamirano, publicadas sucesivamente por la Secretaría de Educación Pública y Conaculta en ediciones rústicas son ahora inconseguibles, a excepción de los últimos tomos. "Una tarea urgente es reeditarlos", sugirió.
Altamirano consideraba al sueño como la aurora boreal del pensamiento y en Clemencia habla de la amistad como un tesoro inapreciable. Cuenta a Ezequiel A. Chávez, quien siempre lo vio con su eterna levita negra, que en sus novelas deseaba describir pasiones de su vida, como lo son los sucesos que narra en Atenea.